El Plan de Gestión de la ranita meridional, una chapuza. ¿Qué le espera al sapo corredor?

El Plan de Gestión de la ranita meridional, una chapuza. ¿Qué le espera al sapo corredor?

Accede a los contenidos de la comunicación titulada “Planes de gestión de fauna amenazada: ¿herramientas de rescate de la biodiversidad vasca?” (PDF), que Haritzalde presentó en el IV Congreso de Biodiversidad de Bilbao.

El Plan de Gestión de la ranita meridional, una chapuza. ¿Qué le espera al sapo corredor?

Presentación (Power-point) de la comunicación.
Vídeo al final del texto.

Los planes de gestión para las especies incluidas en las máximas categorías de amenaza del Catálogo Vasco de Especies Amenazadas (en peligro de extinción y vulnerable) no se han desarrollado en su totalidad. De 42 especies de vertebrados catalogadas en las ya mencionadas categorías, solamente 13 cuentan con un plan de gestión. Visto esto, la siguiente cuestión a plantear es si al menos los pocos planes que existen son realmente útiles y eficaces. En este contexto el examen comparativo de los planes de gestión puede aclararnos la cuestión planteada: el de la ranita meridional en Gipuzkoa y el del sapo corredor en el Reino Unido.

En el caso del sapo corredor del Reino Unido, 20 años de estudio previo de la especie fueron necesarios para conocer su ecología. A pesar de que se construyeron charcas para su reproducción, el mayor esfuerzo fue sobre el hábitat terrestre, mejorando y recuperando dunas y zonas abiertas de campiña. Tras 12 años de trabajo, de 26 enclaves de reproducción 19 resultaron exitosos y fueron colonizados por la especie.

En el caso de la ranita meridional, la amenaza más importante era la pérdida de hábitat en 1999, cuando se aprobó el Plan de Gestión, la mayor parte de la población se reproducía en un único enclave periurbano, el embalse de Gurelesa, donde se proyectaba un polígono industrial. El plan de gestión se planteó alejar la población de las zonas urbanas y sus proximidades”. Pero se construyó el polígono industrial ya mencionado, destruyendo el único enclave reproductor existente. Como medida “compensatoria” se creó un estanque de hormigón para capturar las ranitas y traslocarlas al resto de las 16 charcas que se construyeron simultáneamente.

Irónicamente, el estanque continua sustentando actualmente el grueso de la maltratada población. 14 años después de su aprobación, el Plan no ha sido revisado ni una vez, y no ha recogido medida alguna de protección del hábitat terrestre. De los 17 humedales creados sólo 4 mantienen un núcleo reproductor estable, mientras que el resto, a pesar de las numerosas traslocaciones, han resultado un fracaso, bien por su diseño o por su posterior gestión. Esto hace pensar que las razones políticas y “de cara al público” superan a la voluntad de conservación: cuándo mueren los animales es más importante que si mueren o no.

Acabaremos con la misma pregunta inicial: ¿Son los planes de gestión herramientas de rescate de la biodiversidad? Nosotros creemos que, por lo menos, algunos no, sino que, más bien son esfuerzos económicos sin resultados razonables que se quedan en mero ejercicio de propaganda. ¿Le pasará lo mismo al sapo corredor de Txingudi que a la ranita meridional de Mendizorrotz? Los actores y el escenario se parecen demasiado. La Diputación Foral de Gipuzkoa va por la misma senda… ¡Agarraos que viene curva cerrada!

 

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